Nuevo relato: Un día de la mujer cualquiera

El relato del mes de marzo gira, cómo no puede ser de otra manera, entorno al Día de la Mujer. El 8 de marzo. Día en el que, hasta hace bien poco, se celebraba que había mujeres que se podían llamar trabajadoras porque percibían un sueldo.

Pero las mujeres hemos currado mucho siempre. Siempre hemos sido trabajadoras, aunque nuestro esfuerzo haya quedado oculto de puertas para adentro, aunque no haya sido valorado ni remunerado. Cambió el nombre, se eliminó el «trabajadora», y también la idea de que se trata de una celebración.

No estamos celebrando nada. Nos estamos quejando, reivindicando, alzando la voz, porque estamos hartas de ser continuamente cuestionadas, de no poder decidir sobre nuestros cuerpos, de ser tratadas como objetos, de vivir con miedo, de ser silenciadas, acosadas, menospreciadas, ninguneadas, insultadas,  maltratadas, mutiladas, recluidas, ocultadas, raptadas, esclavizadas, vendidas, violadas, asesinadas.

Por ello, mañana pararemos, para que se note nuestra ausencia, para que se nos dé valor. Y recorreremos las calles para recordar que, lo que asumimos como normal porque siempre ha sido así, se puede y debe cambiar, que no es justo, que no es humano. Que las mujeres somos personas.

Marcharemos para que no sea necesario un 8 de marzo.

Un día de la mujer cualquiera

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